Decía Oscar Wilde que no es difícil encontrar personas que quieran compadecerse de nuestras penas, pero que es extraordinariamente raro que alguien se alegre sinceramente de nuestros triunfos. Y añadió que un amigo así, ha de tener una naturaleza delicadísima.
Sin saber cómo
ni cuándo nació mi Tristeza. Como a todo lo que nace de mí, cuidé de ella con
devoción y ternura. Y mi Tristeza fue creciendo grande y hermosa junto a mí.
Nos hicimos tan afines, que si desaparecía aunque solo fuera por un instante,
miraba por todos los rincones de mis adentros buscándola desesperadamente,
rogando que no se hubiera perdido deambulando por los recovecos de mi alma. Y
cuando por fin encontré a mi Tristeza, charlamos de manera elocuente, pues mi Tristeza era gentil y yo era afectuosa con
mi Tristeza. Tantas cosas compartíamos, que amigos y vecinos nos observaban con
ojos amables y susurraban palabras desbordantes de dulzura.
Pero, mi
Tristeza murió, como todo ser viviente, y quedé sola para inspirarme y meditar.
Mas Dios es
grande y me concedió lo más valioso que persona alguna pueda tener. Una amiga
de gran corazón y de una delicadísima naturaleza que en silencio tejía con
hilos de seda esperanzas quiméricas. Y así, teje que te teje, el pasado día 3 de febrero, nacía de su mano mi Alegría. Y ahora, mi Alegría crece, fuerte, sana
y hermosa como en su día lo hizo mi añorada Tristeza.
Mi querida
Chelo, ¡qué grande eres! y cuanto te quiero.
Nerim
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Para los que no lo sabeis.
Hace tiempo que Nerim tiene la clave de mi blog y hoy me ha premiado publicando en mi blog en vez de en el suyo este emotivo relato.
No, no me lo ha mandado por correo interno y yo lo he publicado, no, lo ha publicado ella directamente ¿Sabeis lo eso ha significado para mí? Pues si no lo sabéis no os lo puedo explicar.
Muchisimas gracias Nerim. Ni sé, ni puedo decirte otra cosa.