Francisco Espada, uno de los primeros blogueros a los que le puse cara real, ha publicado en su muro de Facebook esta entrada y como mucho de vosotros no entráis ahí he pensado que os podía interesar leerlo y le he pedido permiso para traérmela, pues Joan Margarit es uno de mis poetas favoritos con el que aprendo cada día.
Lecturas que alimentan
Volver la mirada a los clásicos tiene la garantía de moverse
entre joyas, como este encuentro en la pág. 169 de “Todos los poemas” de Joan
Margarit, el poeta vivo más leído de la literatura catalana, referente lírico
de nuestro presente, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2019.
“Cuando un verso alcanza a decirnos lo que parecía inefable,
es que las palabras han ocupado un lugar que ya habían tenido en la edad de oro
de los lenguajes, de donde comenzaron a ser desplazadas en episodios como el de
Babel, al iniciarse una larga destrucción que culminaría en los diccionarios,
las academias y otras miserias… El lector de poesía tiene más que ver ─haciendo
un paralelismo con la música─ con el intérprete que con los que se han de
limitar a escuchar un concierto. Por esto hay tan pocos lectores de poesía, y
por esto son tan fieles.”
Y no puedo resistir la tentación de publicar un poema de él, aunque es difícil la elección os voy a dejar uno que me encanta por su sencillez, por sus cotidianidad, ...por todo y que por lo que he visto en las redes casi nadie le da importancia a ese poema.
Mujer haciéndose las manos
Mete los dedos en el agua,
recuerda
las caricias que han hecho.
Pero el agua se enfría poco a poco,
igual que las palabras que un día la abrigaron
y la han dejado sola.
El apego a la vida se acaba mucho antes
de lo que suelen suponer los jóvenes.
Todo se enfría, y se necesita
el cansancio que deja haber amado.
Para así desear lo que ya está acercándose.
Tan distinto.
Joan Margarit.
Del libro “ Un asombroso invierno “ ( Ed. Visor 2017)