domingo, 16 de febrero de 2014

La Calzada de los Gigantes




Del viaje  que hicimos este verano por Irlanda se quedó perdida esta entrada.

Visitar al Calzada de los Gigantes era uno de los platos fuertes del circuito por eso subimos de  Dublín a Belfast, cambiamos de país sin movernos de la isla.

A nuestra llegada  a Belfast, un domingo por la tarde,  nos llamó la atención ver todas las calles vacías. Veníamos de Dublín  donde todo era bullicio, música, un ir y venir constante fuese el ahora que fuese, quizás se debía a los disturbios que había habido  por la mañana pero  Belfast  daba la impresión de ser una ciudad solitaria y triste. 
Al día siguiente salimos rumbo a la Calzada de los  Gigantes. 

Tras una breve parada en Bushmills –sede de una de las  destilería de whisky  más antiguas que no visitamos, quizás porque ya habíamos visto otras–, llegamos al Centro de Visitantes desde donde  empezamos a caminar a paso ligero, hay cierta distancia hasta la Calzada,  haciendo varias paradas para mirar el paisaje.
Por fin llegamos  a la calzada.

La Calzada vista  de lejos 
Se trata de lava basáltica cristalizada en columnas poliédricas, sobre todo hexagonales, restos de una gran meseta basáltica que se extendía hasta lo que ahora es Escocia como resultado de una erupción volcánica ocurrida hace 60 millones de años.  Lugar mundialmente reconocido, por tanto muy turístico.

Hay una leyenda que explica el porqué de su nombre, os dejo el enlace por si os apetece leerla .

Esas mismas columnas  sirven  de escalones para subir


Me dolían las rodillas, no quería subir.
Javier sube, inspecciona la zona  y baja por mí,  se resiste a que no pise la Calzada.

Vista de perfil y desde abajo

 La Calzada

Paseando por ella y acompañándola en su camino hacia el mar 



La Calzada entrando en el mar

 Otra vista

Dejamos la Calzada atrás y  buscamos las  huellas del Gigante 

Abajo  a la derecha la Bota del Gigante, al fondo, la Abuela del Gigante,

El  Órgano

  
 Andando, admirando el paisaje, haciendo  fotos se pasó el tiempo y llegó la hora de emprender el camino de vuelta.

Abandonamos la Calzada  para dirigirnos a otra atracción destacada en esta zona, el puente colgante. 
Tras una breve parada en Whitepark Bay para admirar  de nuevo la costa, llegamos a

Carrick-a-Rede

Es un puente colgante de veinte metros que salva el brazo de mar que nos separa de una pequeña isla, usada antiguamente por los pescadores de salmón. 


Es verdad que la pasarela está firmemente anclada a ambos lados y con un trenzado de gruesas cuerdas en las que apoyarse a derecha e izquierda, pero impresiona un poquito pasarla, más si hay viento y lluvia.

Para mí lo peor no fue la pasarela sino el trayecto desde el autobus hasta llegar a ella. Cuestas y escalera que hicieron que nadas más pisar la isla me sentase en un banco estratégicamante colocado y no puediese pasear y admirar el paisaje.

Y para que os hagais una idea, os dejo una foto en la que estoy a la cola para cruzar la pasarela de vuelta.

 Y para que contaros lo que me costó llegar al autobús.

Y de ahí emprendimos camino de vuelta, tras una parada en  Carnlough y en el  Castillo de Belfast llegamos  al hotel.