Del viaje que hicimos este verano por Irlanda se quedó
perdida esta entrada.
Visitar
al Calzada de los Gigantes era uno de los platos fuertes del circuito por eso
subimos de Dublín a Belfast,
cambiamos de país sin movernos de la isla.
A
nuestra llegada a Belfast, un domingo
por la tarde, nos llamó la atención ver
todas las calles vacías. Veníamos de Dublín donde todo era bullicio,
música, un ir y venir constante fuese el ahora que fuese, quizás se debía a los
disturbios que había habido por la
mañana pero Belfast daba la
impresión de ser una ciudad solitaria y triste.
Al
día siguiente salimos rumbo a la Calzada de los Gigantes.
Tras
una breve parada en Bushmills –sede
de una de las destilería de whisky más antiguas que no visitamos,
quizás porque ya habíamos visto otras–, llegamos al Centro de Visitantes desde
donde empezamos a caminar a paso ligero,
hay cierta distancia hasta la Calzada,
haciendo varias paradas para mirar el paisaje.
Por
fin llegamos a la calzada.
La Calzada vista de lejos |
Se trata de lava
basáltica cristalizada en columnas poliédricas, sobre todo hexagonales, restos
de una gran meseta basáltica que se extendía hasta lo que ahora es Escocia como
resultado de una erupción volcánica ocurrida hace 60 millones de años. Lugar mundialmente reconocido, por tanto muy
turístico.
Hay una leyenda que explica el porqué de su nombre, os dejo el enlace por si os apetece leerla .
Hay una leyenda que explica el porqué de su nombre, os dejo el enlace por si os apetece leerla .
Esas mismas columnas sirven de escalones para subir
Me dolían las rodillas,
no quería subir.
Javier sube, inspecciona
la zona y baja por mí, se resiste a que no pise la Calzada.
Vista de perfil y desde
abajo
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La Calzada |
Paseando por ella y acompañándola en su
camino hacia el mar
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La Calzada entrando en el mar |
Otra vista
Dejamos la Calzada atrás y buscamos las
huellas del Gigante
Abajo a la derecha la Bota del Gigante, al fondo,
la Abuela del Gigante,
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