jueves, 17 de febrero de 2011

Península de Valdés

    Ya hemos pasado el ecuador de nuestro viaje y empezamos la vuelta. Si en la bajada  hemos ido paralelos a los Andes hasta llegar al Océano Pacífico, ahora nos vamos a la  Península de Valdés en el mar Argentino (Océano Atlántico) con el objetivo de participar en un avistamiento de ballenas. Todavía estamos en época de verlas (era noviembre).
La península  de Valdés es, toda ella, una reserva de animales. Cada año, de julio a septiembre, atrae a cientos de ballenas francas del sur (ballena austral). Estas ballenas poseen en la parte superior de la cabeza unas callosidades que son su “sello de identificación”.

A nuestra llegada al aeropuerto de Trelew nos recibe la maqueta de un dinosaurio que anuncia el Museo Paleontológico Egidio Feruglio, el más importante de Sudamérica. Tiene buena pinta, intentaremos verlo.
Desde allí nos vamos a Puerto Madryn, ciudad fundada por galeses, de los que quedan pocos,  y cuyos descendientes se sienten orgullosos de serlo, como pudimos comprobar por la guía, que es uno de ellos. Puerto Madryn es una ciudad costera con bonitas playas bordeadas por la Costanera y que debe su importancia a ser la puerta de entrada y salida de la Península Valdés. Nos alojamos en un hotel de los que aquí llamamos en primera línea de playa y nos dicen que desde las terrazas de las habitaciones a veces se ven las ballenas. ¡Tendremos suerte!
Al levantarnos al día siguiente, desde la terraza de la habitación, miramos y miramos el mar, y a lo lejos se veían unos bultos negros moverse, no podíamos dar crédito hasta que el  chorrito de agua las delató y no hubo duda: ¡eran ballenas! Las observamos un rato y,  emocionados, bajamos a desayunar para después ir a Puerto Pirámides a verlas más de cerca.
      Dejamos la ciudad a través de la ruta provincial 1. Tomamos la ruta provincial 2 con rumbo al istmo Carlos Ameghino, único vínculo entre la península y el continente. En su parte más angosta posee seis kilómetros. En este punto se logra observar los dos golfos que lo flanquean: el San José (al norte) y el Nuevo (al sur), hacia el cual nos dirigíamos.
 Al  adentrarnos en la península, el camino de ripio va cruzando las estancias y, a partir de ese punto,  los móviles no tienen cobertura, no hay gasolineras, no hay electricidad, el agua la llevan en camiones cisterna y, lo más importante, iremos despacio porque puede haber animales sueltos. No nos mentían, los guanacos con sus chulengas nos acompañan a lo largo del trayecto, un armadillo atravesó a carretera (no dio tiempo a fotografiarlo), y una mara se dejó ver.
 Llegamos a Puerto Pirámide. No hace mucho aire y vamos a poder salir al mar. Nos preparamos poniéndonos los chalecos salvavidas y en un pequeño barco, quizás demasiado pequeño para toda la gente que vamos, nos adentramos en el mar hasta avistarlas. 
    
Entramos enganchados a un tractor
 
En ese momento paran los motores. Una ballena se pasea con su ballenato de un lado al otro del barco. La madre saca una y otra vez la cabeza, saca la cola, se sumergen y aparecen al otro lado del barco, y nosotros hacemos lo mismo: nos movemos, vamos de un lado al otro del barco, no queremos perdernos ni un detalle, estamos emocionados, parecemos niños.  
   


  
La ballena y el ballenato
 El tiempo se acabó, y, todavía impresionados por el espectáculo, continuamos nuestro recorrido y llegamos Caleta Valdés. Allí encontramos un importante apostadero de elefantes marinos que podemos observar desde miradores escalonados ubicados en el acantilado. Es la  época en la que pueden aparecer las orcas, pero no lo hacen.


No pude disfrutar demasiado de la vista de los elefantes marinos porque las rodillas  y las piernas no me soportaban (cada vez que subíamos y bajamos escalones era un tormento), necesitaba comer y volver a tomarme una pastilla para seguir aguantando el viaje. Menos mal que los había visto en Ushuaia.



  Caleta Valdés  es un importante accidente geográfico constituido por una lengua de tierra de 30 km. de extensión e islas interiores, y de una gran belleza paisajística que, después del descanso de la comida, pudimos admirar  mientras recorrimos su sendero de interpretación. 


Otra fauna del lugar




Al terminar el recorrido, un pequeño zorro gris posó sin ningún reparo para nosotros dejándose hacer fotos como si de una modelo se tratase, sólo se marchó cuando se sintió acosado por los “fotógrafos” que se le acercaban demasiado. 
A 2 km. hacia el norte, visitamos una pequeña colonia de pingüinos de Magallanes, donde la guía nos dice que si queremos ver más pingüinos merece la pena  visitar  Punta Tombo. Le hicimos caso y planeamos la excursión para el día siguiente.
Después de una parada técnica en la zona preparada para esos menesteres, mientras algunos aprovechan para comprar algún recuerdo, otros nos volvimos a dar un paseo por la zona observando las bonitas vistas que había desde allí, y después, regreso a Península Valdés a descansar y tomar fuerzas para el día siguiente.

21 comentarios:

  1. Esto es un reportaje digno de la firma de Rodríguez de la Fuente. Creí estar viendo una expedición de naturalistas de su talla.
    ¡Qué maravilla haber llegado tan lejos!

    ResponderEliminar
  2. Guauuuu... menudo reportaje. Qué envidia te tengo por ese viaje. Mereció la pena a pesar de ese dolor de piernas ¿verdad?
    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué recuerdos! La experiencia de ver las ballenas en Península Valdés, acercándose a los barcos e interactuando, es muy especial. Sin duda impresionante. Muy buen relato.

    ResponderEliminar
  4. Maravilloso viaje, que envidia poder ver las ballenas de tan cerca.
    Me alegro por ti un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Qué lindo viaje. Lo que me admira es que a pesar de ser noviembre y estar tan al sur de todo, no parece hacer el frío que me imaginaría que haría.

    ResponderEliminar
  6. Excelente documental con muy buenas fotos.
    Saludos

    ResponderEliminar
  7. Por supusto que a pesar de mi dolor de piernas mereció la pena y me volvería a ir el próximo año otra vez, han quedado muchas cosas sin ver.
    El tiempo dependía del momento, es muy cambiante, y lo peor era el aire.
    Nosotros fuimos los últimos que vimos las ballenaas ese día pues empezó el aire y ya no se puede salir .

    ResponderEliminar
  8. Chelo, ¡vaya reportaje!, pero sobre todo ¡¡vaya viaje!! Que envidia me has dado. Yo también quiero ir.
    Un beso

    ResponderEliminar
  9. Un excelente reportaje y que buen viaje hiciste.Al igual que Felipe, he sentido envidia.
    Esos viajes no se olvidan nunca, aún perdura en mi memoria la primera vez que visité Estados Unidos, siendo de las ciudades visitadas la que más me impactó, New York, la que más me gustó Boston y en la que más disfruté Washington.
    Tengo muchas ganas de conocer Argentina, pero mi marido no es muy de viajes y menos si son tan lejos.

    Un beso

    ResponderEliminar
  10. Salir a conocer otros paisajes y otras constumbres, siempre alientan el espíritu y ayudan a seguir caminando.La vida es emocionante,debemos tener los ojos bien abiertos.
    Saludos!!1

    ResponderEliminar
  11. Que maravilla poder contemplar a toda estos animales en su habitat natural y desde tan cerca. Esta parte de tu viaje me parece fantástica. Me sentiría como Robinson Crusoe:)
    Estoy contigo que en esa parte el aire da la vuelta al mundo.
    Un beso y feliz finde Chelo

    ResponderEliminar
  12. Hemos visto en primera fila las ballenas y hasta hemos sentido el fuerte viento del sur. Queremos más, Chelo, sigue contando que viajamos de tu mano una y otra vez. beso fuerte

    ResponderEliminar
  13. HOLA CHELO: ME ENCANTO ESTE VIAJE A LA HERMANA REPÚBLICA ARGENTINA, EN VERDAD QUE ES UNA PRECIOSIDAD, GEOGRÁFICAMENTE , SU FAUNA Y FLORA...TUVE LA OPORTUNIDAD DE IR A CÓRDOBA, SIERRAS INCREÍBLES Y SI EL DESTINO LO QUIERE IRÉ A CONOCER BARILOCHE.-
    FELICITACIONES POR EL PASEO Y POR ESAS MAGNIFICAS FOTOS, TESTIGO DE UN HERMOSO VIAJE.-
    UN BESO ENORME

    ResponderEliminar
  14. Ay, Chelo!! Qué emoción, ver las ballenas así!! Siempre me han fascinado, como una mezcla entre admiración y miedo.
    Me han encantado tus fotos de ellas y las de los demás bichitos.
    Abrazo!

    ResponderEliminar
  15. Que viaje Chelo mas bonito e interesante. Yo he viajado pero siempre por España y alrededor Portugal y Francia pero este tipo de viaje tiene que ser algo grande. Me alegro que tengas la suerte de ver estas maravillas. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Que suerte qeu puedas disfrutar de ese maravilloso paisaje. Gracias por compartir tu viaje con nosotros.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  17. Maravilloso y emocionante viaje, enhorabuena por tener tan buenas experiencias y tan bellos recuerdos.
    Un abrazo Chelo.

    ResponderEliminar
  18. Sigo quedando entusiasmada con los viajes ando un poco atrasada en todo.. pero mira yo tambien quiero preguntar como pones eso de ... quiza le interese y te salen esos cuadritos en la entrada... tal vez no lo haga pero me gusta!!1 un abrazo!!!

    ResponderEliminar
  19. Chelo que viaje tan precioso, gracias por compartir tus experiencias con nosotros.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  20. Querida Chelo, llego tarde por que no podía entrar a tu blog y cuando lo conseguí me encontré con esta narración del viaje que hiciste al sur de Argentina (mi país adoptivo y muy amado)
    Te puedo decir que lo descibes con excelente exactitud. Te lo digo porque hace muchos años , mi esposo Q.E.P.D.y yo lo hicimos,viajando desde Rosario, hasta San Martín de los Andes, continuamos hasta Bariloche, y tanta belleza nos sugirió seguir y visitando brevemente el Glaciar Perito Moreno, seguimos hasta Isla Valdés.Tu hermoso relato despertó en mí maravillosos recuerdos. Gracias por haberlo publicado.
    Con cariño: Juliana

    ResponderEliminar
  21. Bueno, Chelo, por fin lo he visto. ¡Y vaya si ha merecido la pena! Era bonito viajar con tus palabras, pero no hay nada comparado a poder hacerlo acompañado de imágnes. Gracias por decírmelo, no me hubiera perdonado perdérmelo.
    Besines.

    ResponderEliminar

Gracias por pasar tu tiempo conmigo.