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Casas en Auvers.-Van Gogh |
No suelo escribir relatos/cuentos, pero de vez en cuando hago mis pinitos y este lo encontré haciendo limpieza, y surgió después de leer "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino, y en su día se lo dedique a mi querida amiga Nerim (J. Miren Asteinza), ella sí escribía relatos.
Ahí os lo dejo.
La casa de campo de Italo
Calvino
A
J. Miren Asteinza
Este verano hemos visitado
la casa de campo de Italo Calvino. A la entrada, un gran abeto te da la
bienvenida. Un abeto, cuyo color va pasando por distintas tonalidades: amarillo
al amanecer, azul a media mañana, verde al medio día, rojo al atardecer, gris
después de la puesta de sol y por la noche nadie lo ha visto, desaparece para
volver a mostrarse con todo su esplendor al día siguiente.
Dentro de la casa, unas
flechas intermitentes nos van indicando el orden del recorrido mientras, a
nuestro paso se van iluminando los cuadros del pasillo, cuadros que son
retratos de los miembros de la familia que se han ido alojando en la casa a lo
largo de los años.
El interior es amplio:
tres dormitorios, un salón, la cocina y dos cuartos de baño, como la mayoría de
las casas del pueblo.
En el dormitorio de los
niños, orlado por un marco de nogal e iluminado por el sol, hay un gran espejo,
en el que según la intensidad de los rayos solares, se pueden leer cuentos
diferentes, mientras en el xilófono, que hay encima de la cómoda, se oye la
música que la corresponde: trinos de pájaros, lluvia, el galopar del caballo,
el aullido del lobo...
En el dormitorio de
matrimonio descubrimos el rincón de los muebles amigos, esos que lloran contigo
la muerte de un ser querido y te cantan "cumpleaños feliz" al
levantarte cuando llega el día.
El tercer dormitorio, o de
los invitados como le llaman, está aparentemente vacío; solo un listado en la
pared con los botones correspondientes, botones que, al pulsarlos, harán que en
el dormitorio aparezcan los muebles y enseres que cada invitado necesite.
El salón es amplio e
iluminado, con muebles de madera de cerezo, de estilo provenzal y fotografías
en las paredes. De todas ellas, destaca una, en la que se puede ver a toda la
familia posando y sonriente, se les ve felices. Un fotografía de esas en las que
parece que cada uno de los fotografiados te mira y te habla. Es tan real que se
ve como alguno de los visitantes intenta hablar con ellos incluso yo misma no
pude resistir la tentación y me descubrí
contándoles mi vida.
En ese momento, se me
acercó un vigilante y me dijo en voz
baja:
"Le aconsejo que
salga rápidamente de la casa. Si sigue en ella acabarán por meterla en esa foto que admiraran con deleite los
próximos visitantes" . *
* El final está sacado del relato “
El apartamento” escrito por Jone Miren Asteinza y publicado en su
libro “ Voces de madrugada “ Editorial Nazarí (octubre 2016)
Me acuerdo muchas veces de ella.
ResponderEliminarEscribir un relato es darle libertad al lápiz que sujetas, que se encargue de plasmar el pensamiento. Que bien que hayas hecho limpieza y podamos disfrutar de tu relato, no parece que no tengas costumbre, es bueno, interesa y con broche final al estilo de los grandes relatos. Un abrazo
No la conocí, pero os recuerdo a varias de vosotras referís a ella NERIM, en pasado , por lo q deduzco a ya no está entre nosotros , estaría feliz por tu texto y tu homenaje CHELO, gracias por ambos , un beso !
ResponderEliminarMe ha gustado mucho leerlo, me encantan los relatos, en ellos la magia se hace realidad o al menos mientras leemos.
ResponderEliminarEspero leeré algunos más
Un beso🌹🙋
Un relato fantástico y genial, Chelo, qué bueno que le quitaste el polvo para traerlo, un abrazo!
ResponderEliminarUn final totalmente sorprendente, me ha encantado el relato.Besicos
ResponderEliminarme encantó el detallazo que tuviste poniendo el final de Nerim.
ResponderEliminarun fuerte abrazo