miércoles, 28 de julio de 2010

Homenaje en vida

La Pedriza (Madrid)
Empecé mi carrera profesional en la enseñanza privada y más tarde me presenté a oposiciones; en aquella época había oposiciones libres y restringidas. A las restringidas se presentaban los que ya eran interinos en centros públicos y a las libres los demás; la diferencia era que a los que veníamos de la privada los años de experiencia nos los puntuaban menos o, simplemente, no nos los puntuaban.

Saqué la oposición y tras el curso de prácticas me vine a Villalba, es decir, cuando llegué al Jaime Ferrán (septiembre de 1981) tenía muy poquita experiencia en la enseñanza pública. Al llegar me encontré con Luis Benito, que era el jefe de Departamento, y a su lado, e incluso de su mano, aprendí muchas cosas sobre la enseñanza en general, sobre la enseñanza pública en particular y, sobre todo, mucho sobre la vida.


Con él aprendí Matemáticas, por qué no decirlo. Luis sabía y sabe de todo, muchas cosas dadas en la Universidad que los demás teníamos olvidadas, él nos las explicaba si le planteábamos nuestro interés por recordarlas. Aprendí metodología por la manera que él tenía de introducir y enfocar los temas, la de plantear los ejercicios y, sobre todo, su peculiar forma de elegir los enunciados de los exámenes: “Los resultados de los ejercicios de los exámenes deben ser 1, 2, 3 y como mucho –1, si no es así los alumnos se creen que los tienen mal y los borran".

No sólo aprendí de él directamente, sino a través de los comentarios de sus alumnos, pues mis hijos han tenido la gran suerte de serlo y decían: “Empieza con un tema y va enlazando un concepto con otro y con otro y cuando te das cuenta ha relacionado todo lo que sabemos“.

Hasta los últimos cursos que estuvo en activo investigó y construyó materiales didácticos para que sus clases fuesen más amenas y sus alumnos lo pudiesen entender mejor.

Es un luchador nato por la mejora de la calidad de la enseñanza y de los derechos humanos.

También aprendí como madre, aunque él no tiene hijos. Cuántas veces le oí decir: “Cómo es posible que profesoras, madres, quieran marcar a un chico para toda su vida por algo que hizo cuando tenía de 13 ó 14 años”.

Sus comentarios en las evaluaciones y, sobre todo, en los claustros, eran siempre sensatos, serenos, conciliadores y de una gran enseñanza para todos.

Supo crear en el Departamento un ambiente de trabajo en grupo y compañerismo que hizo que ya en aquellos años se empezase a hablar en el Centro del buen ambiente que teníamos los de Matemáticas.

Hombre culto donde los haya, viajero y ameno conversador, cada vez que lo veo, me sigue llamando la atención su interés por aprender cuando le cuantas algo que no conoce (un poco difícil a estas alturas de su vida), y su sencillez cuando te cuenta algo sobre sus viajes. Todavía hoy suenan en mi mente sus palabras cuando se enteró de la muerte de mi madre: “Lo único que puedo ofrecerte es mi hombro por si quieres llorar en él “.

Gracias Luis, fue un honor trabajar contigo y, sobre todo, conocerte.

2 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo con todo lo dicho por Chelo.
    Solo añadir que Luis Benito es el hombre bueno del que nos habla Machado en sus versos.
    Gracias por todo Luis.
    Rafael Navarro

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  2. Que suerte encontrarse compañeros como Luis.
    Yo también encontré buenos compañeros en mi caminar por el mundo de la enseñanza y conservo su amistad como un tesoro.

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Gracias por pasar tu tiempo conmigo.