Dibujo de Paco Puerta que ilustra el poema en el libro "Para empezar " |
Silencio
Quedo, muy quedo...
está dormida.
El aire, quieto,
no vaya a despertarla.
Esas manos finas,
que prodigaron tantas ternuras,
descansan ahora sobre un papel.
Lirios y azahares regalan su perfume,
mientras la vela
no acaba de apagarse, trémula.
Pintan su cara dos lágrimas recientes
y una tenue sonrisa,
como si, al fin, el amor
hubiera bajado a besarla.
Sus bucles protegen eso bellos ojos,
cerrados con una paz de otro mundo,
porque el alma ya toca el Edén
de las nubes blancas.
Criatura limpia, sin recompesas,
vuela...
No la toquéis,
que hasta el canto de los pájaros ha cesado.
Poema de Mª José Pérez Grange
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