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sábado, 25 de agosto de 2012

Aveiro: " La Venecia portuguesa"



Después de aproximadamente 15 años hemos vuelto a visitar la ciudad,  con la vista cansada y las rodillas dañadas, pero con la mirada ávida de nuevas imágenes y la ilusión intacta. Para sorpresa nuestra, nos hemos encontrado una ciudad rejuvenecida debido al número de estudiantes que ha venido a residir en ella después de construirse la Universidad,  y llena de vida  debido al turismo.

Aveiro está situada junto a una laguna pantanosa conocida como la Ría, que forma parte de una maravillosa red de marismas que se prolonga  a  lo largo de varias decenas de kilómetros de costa y que se interna  por varias calles de  la  ciudad formando  los canales, lo que le ha hecho recibir el nombre de  “la Venecia portuguesa”. Canales en los que podemos encontrar atracadas  barcas de vistosos y alegres colores que  pasean a los turistas, son las antiguas barcas recicladas de los pescadores  de algas (moliceiros). 


 
Algunos dicen que compararla con Venecia es demasiado quizás, pero  lo que si se puede decir es que está ciudad tiene un encanto especial.

Paseando por la orilla de los canales podemos observar desde la exuberancia de las numerosas casas de Arte Nuevo que bordean el Canal Central,  

hasta la simplicidad y el alegre colorido de las que bordean el canal de San Roque en el barrio Beira-Mar.


El Canal Central enlaza con el  de las Pirámides hasta llegar  a la ría y a las salinas,


donde algunos disfrutaron como niños .

En las salinas vimos  aunque un poco lejos, diversas aves como flamencos, cigüeñuelas  y pequeños limícolas.



Continuamos nuestro paseo bordeando los canales y saboreando el espectáculo  visual y auditivo que nos ofrecen las barcas.


Puente que comunica el Canal de las Pirámides con el de San Roque.
 
En el Canal  de San Roque nos encontramos con el que pudiera ser el puente más emblemático de la ciudad, el  “Puente dos Carcavelos”  antiguamente era de madera y unía las salinas con el almacén de sal. A mediados del  siglo XX fue sustituido por el actual que imita a los antiguos puentes venecianos, y está decorado con azulejería portuguesa y el escudo de la ciudad.
 Puente dos Carcavelos



Siguiendo el Canal  de San Roque tenemos una parada obligatoria en este punto, ya que está el mercado del pescado al fondo,  y hay que entrar a verlo  y porque nuestros recuerdos nos llevan a ese viaje anterior en el que vimos desbordarse  este canal y flotar los coches  a consecuencia de una tormenta.

Al otro lado del mercado tenemos la Praza do Peixe, en la que todas las noches hay actuaciones que amenizan  mientras se cena en una de las múltiples  terraza que hay en la zona.
En Aveiro además de bordear los canales paseamos sus plazas,  sus calles, admirando la muestra de la azulejería portuguesa que nos ofrecen algunas  fachadas, visitamos  sus iglesias y algunos edificios emblemáticos.  





Iglesia de la Misericordia 

  Detalle de la fachada donde está la fecha del azulejamiento de ésta


   Detalle del interior 



La Estación del ferrocarril



Detalle de la fachada 

Después de este largo  y agradable paseo nos premiamos con una mariscada que regamos con vino verde dela tierra  y acompañamos con el postre típico de la zona  “los ovos moles”

jueves, 16 de agosto de 2012

Unos días en Portugal

Mi marido se ha jubilado y, olvidando los tiempos que corren, nos ha regalado un viaje. Un viaje, los cuatro, como cuando  los niños eran pequeños.
Lo habíamos organizado para julio pero problemas personales nos dejaron en tierra. A finales de mes nos dieron un respiro y, de forma casi improvisada, decidimos irnos unos días a Aveiro (Portugal), no había tiempo para más.


Conocimos la zona en el 1985, año, en el que todavía viajábamos los cuatro con la furgoneta y hacíamos camping, en el 1998 volvimos sin la niña y ahora querían recordarlo. Sin pensarlo demasiado el día 2 de agosto emprendemos viaje.

Primera parada Guarda, situada a 40 kilómetros de la frontera.

Nos atraen los restos del castillo,  es el que está situado a más altura de todo Portugal, y la necesidad de hacer un descanso para estirar las piernas y otros menesteres.



Aparcamos el coche y empezamos el paseo.

Nos encontramos con su imponente catedral (s. XIV- XVI), que como bien la describió Carlos Gil: es una gran “Sinfonía de Piedra”



Entramos 


Bordeamos la catedral recorriendo  empinadas callejas

   llegamos a la plaza 




Y paseando por sus calles no encontramos con la Iglesia de la Misericordia (s. XVIII) de inconfundible sabor portugués. 

 Entramos en la Judería  y nos perdemos por sus callejuelas con la sensación de estar en otra época.



Visita obligada, la " Taberna del Benfica",  la más antigua de Guarda.

Su dueño nos  cuenta amablemente la historia de las marcas de la pared de la puerta,  nos invita a pasar, se deja hacer fotos y nosotros le correspondemos tomándonos una cerveza fresquita acompañada de un chorizo a la brasa preparado por su mujer.




Marcas mágico -religiosas
No centro histórico
 
De ahí a comer y lo hicimos en un restaurante cerca de la plaza,  “A Fragata”, un sitio estupendo, como una casa de comidas, nada lujoso, barato, con mucha calidad, bien cocinada y un trato fenomenal, donde degustamos un “bacalao a fragata” que estaba exquisito.

Conscientes de que queda mucho por ver en Guarda,  hacemos cambio de conductor y continuamos viaje, todavía queda un rato para llegar a nuestro destino, Aveiro.